Viendo las aves volar, un niño soñador tomo unos cartones, los cubrió con plumas y ubicándolos en su espala, se subió al techo de la casa y se lanzó moviendo sus brazos rápidamente. Sin embargo, cuando estaba en el aire, notó que sus alas no servían. Comenzó a mirar que se acercaba al piso y por más que gritaba a las hormigas que se quitaran, no hacían caso. Ellas ya no eran hormigas, tenían ropa. Entre más se acercaba, más detallaba que no solo tenían ropa, sino que eran rostros y eran de su familia, de sus amigos, de sus primos, todos estaban allí mirando cómo se precipitaba el piso. Entonces, fue tanta su angustia que sus brazos se convirtieron en alas de madera, sus piernas en estabilizadores, sus dientes en ruedas de aterrizaje, una bufanda cubría las alas. Como su corazón latía a gran velocidad, se convirtió en su motor…Pero solo faltaba algo: combustible. Recordó que su termo, el que llevaba a todos lados, tenia agua de panela con queso que se convirtió en un perfecto combustible para volar. Llegando al piso, alcanzo a levantar el vuelo, para estrellarse contra un arbusto y no recibir más que un ala rota pero el agradecimiento de las hormigas que no destruyeron su hogar.

Si deseas leer todas las historias y ver las ilustraciones entra aquí…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Awesome Works
Awesome Works

Related Posts