El 2 de junio se celebra el día del campesino, y esta semana toda la cultura quiere resaltar el trabajo que ha realizado el grupo de Agrosolidaria Seccional Charalá desde el año 2006 en la comunidad de campesinos que viven en las veredas del Alto Río Fonce y el Corredor Biológico Guantiva – La Rusia.
AGROSOLIDARIA Charalá es una ORGANIZACIÓN DE BASE COMUNITARIA que articula a los pequeños y medianos productores y consumidores agroalimentarios, para propiciar el mejoramiento de las condiciones y la calidad de vida de sus asociados y reúne a las comunidades campesinas trabajando por la conservación de los bosques de roble blanco (Quercus humboldtii) y roble negro (Trigonobalanus excelsa)*
«Somos cuidadores de los Robles«
Más allá de todo el trabajo científico que se realiza con la colaboración de los campesinos apoyado por entidades como la UPTC, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Parques Nacionales, el IDEAM Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales y otras instituciones que participan de proyectos temporales, el engranaje que permite avanzar con todo este proyecto es el Turismo Comunitario que se resalta y sensibilizan por medio de la experiencia cultural que brindan los habitantes de este territorio.
Voy a contarte mi experiencia aislada de términos y datos científicos que definitivamente enriquecen el recorrido, pero quiero hacer énfasis en la experiencia cultural. Cuando entras a su territorio comienzas a sentir que estas en una tierra de fantasía; solo al ver un río rojo que tiñe las rocas por las que desciende y la espuma blanca que vuela frente a tus ojos, es donde notamos nuestra desconfianza citadina de pensar en algo peligroso, pero por el contrario es tan natural que sus guías te enseñan sobre los componentes que aportan a tu salud solo al entrar en contacto con ella. Cual Alicia, te encuentras con algunos conejos silvestres por el camino y luego llegas a una casa donde todos te estaban esperando con ansias de contarte sus historias del campo, tomarte un cafecito en pocillos de colores con queso y arepa, y por supuesto mostrarte la diversidad que puede caber en una huerta, sus mascotas y prender el fogón de leña.
En algunas ocasiones me recibieron a las 9 de la mañana con un plato al que le llaman «Rumbiador», pero hay que tener experiencia para comerte esto. Se trata de una gran porción de alimentos como carne oreada, yuca, arepa, ají, y si ya te tienen mucha confianza: «Guarapo». En otras ocasiones es Hayaca con queso, mantecada y chocolate.
Bueno, pero como saben que vienes de lejos te van a dar algunas de sus recetas hechas con leña y los mejores productos locales que ellos mismo producen en comunidad. Cuando te sientas a compartir la comida con estas personas, todo cambia, te sientes diferente, como si comieras de una manera más consiente y el sentimiento crece a medida que avanza el recorrido. Mientras conoces el territorio y te van mostrando la riqueza natural que va cambiando a medida que la temperatura va bajando, sin darte cuenta, entre visita y visita de familias de gran calidad humana, te hacen sentir como parte de la familia con su jocosa jerga santandereana, llegas a uno de los páramos más frondosos que haya conocido, evidenciando su virginidad de siglos lejos de la mano del hombre.
En este recorrido solo te sientes extraño en el momento que desconoces tantas cosas que ellos te cuentan sobre sus experiencias en el campo pero siempre te sientes acompañado para entenderlo. Silvia, es una joven que, con tan solo 20 años de edad, es la coordinadora ambiental que te hace el recorrido por todo el sendero dándote a conocer especies de flora y fauna y es la consentida de todas las casas que la vieron crecer. Ella, a sus 16 años fue llevada a Brasil para dar a conocer su proyecto de investigación de orquídeas que había realizado en el colegio donde estudio su bachillerato en la vereda de Virolín. Hoy vive en la vereda de «la Cantera», cuidando su finca, sus animales, sus plantas y mostrándole a quienes la visitan que no cambiaría la felicidad de dormir con el silencio de la noche, el susurro de las quebradas y el despertar de los pájaros, y que todos sus sueños los ha logrado desde ahí, su hogar en el campo.
Al caer la noche sus habitaciones están organizadas de tal manera que la desigualdad, los colores, los cuadros, las mesas de noche, es tan…Hygge. Hygge es una palabra danesa y noruega que traduce comodidad, pero es el placer que te ofrece el aprovechamiento y buen gusto de los elementos que ya teníamos en casa. No es como un hotel donde todo es tan cuadriculado y monocromático, es más especial porque puede llegar a traerte recuerdo de las habitaciones de tus abuelos, donde había muchas sorpresas por descubrir. Realmente hay una intimidad entre el visitante y el campesino.
Nunca te sientes incomodo o asustado por «bichos» o animales extraños porque ellos conocen tanto la dinámica de sus territorios que saben vivir bien, sin que afecten sus vidas y así mismo lo siente el visitante. Sabes que para tener señal en tu celular debes dejarlo parado en una ubicación de la casa hasta que funcione, pero estas haciendo tantas cosas de que te olvidas de su existencia, de que trabajas, de que el tiempo te asfixia. Lo sanador de visitar y hacer unos baños de bosques de aguacos, tocar los colchones de musgo de colores, ver la majestuosidad de los robles blancos y negros, caminar por entre cruces de madera que sostiene plantas de lulo y mora, ver cascadas de agua que baja de todas partes como haciendo un aplauso eterno por la vida…esto te cambia y genera respeto por quienes están allí cuidando de ella por nosotros.
Realmente es una experiencia que te hace crear un gran respeto por la naturaleza, la vida, los campesinos como personas de gran conocimiento, de gran superación, gran sentido cooperativista. Podría decir que en verdad puedes definir después de esta experiencia la palabra «paz».
Hace 15 años nos asociamos, determinados a ser parte de la solución y nos hemos perfilado para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), específicamente los que dependen del tejido social, la justicia social, la resiliencia de nuestras comunidades y las acciones contundentes frente a la crisis climática.
Mucha familias hacen parte y se benefician de estar acompañados por agrosolidaria Seccional Charalá, han aprendido de los profesionales que los visitan, han ubicado dos estaciones meteorológicas que ya saben manejar e interpretar, ya se están capacitando para entender mejor la dinámica científica de su territorio, e incluso, ya desarrollaron un recorrido virtual que puedes hacer desde cualquier lugar con la guía y medios audiovisuales que permitan asemejar la visita física a los recorridos turísticos, aunque el reto sensorial y cultural es muy grande. Su director Guillermo Rosales, es una persona sensible a la situación de los campesinos, pero sabe muy bien lo valioso que tienen en sus manos y cuanto lo necesita la gente que vive en la ciudad, en sus palabras lo reduce a una imagen: Concavo y convexo, «Pensamos que los campesinos nos necesitan, pero es el mundo quien los necesita» entendiendo que es una cultura más consiente y preventiva que reactiva. Tiene tan claro el camino para ésta comunidad que sigue trabajando incansablemente por mantener y apoyar a toda la familia agrosolidaria de Alto Río Fonce y el Corredor Biológico Guantiva – La Rusia.
Es por ello que han creado una campaña que apoya Incidencia Política para la restauración de bosques, Gestión del conocimiento para comunicar de lo local a lo global y Proyectos sostenibles para emprendimientos asociativos de la economía solidaria como por ejemplo El Museo del algodón y el lienzo de la tierra quienes convierten su conocimientos ancestrales textiles en prendas de diseño que hoy es apoyado por artesanías de Colombia. Los puedes apoyar ya sea por medio de donaciones o participando de sus actividades que incluyen sembrar un árbol a tu nombre que puedes visitar cuando desees. Ver aquí.
